miércoles, 12 de octubre de 2011

Autonomía & Actitud



Fran pronuncia algo parecido a “Buenos días”, y se sienta. Al preguntarle el motivo de su asistencia al servicio de orientación, aparece (literalmente) un señor que dice: “Soy su padre, y el niño tiene que hacer algo, no puede perder el tiempo”. A Fran no le vuelvo a oír hasta mucho después, su padre me lo cuenta todo.
Cuando le pregunto qué le gusta hacer, empieza a tartamudear para explicármelo. El padre da un bote de la silla, diciendo: “Me voy, que conmigo se pone nervioso”. En ese instante aparece la madre: “¿Puedo sentarme?”. Se sienta. Fran empieza a hablar de su formación, de sus intereses, de su ausencia de proyecto profesional y casi personal, tampoco demasiado fluido.
Al mirar en la pantalla del ordenador posibles opciones formativas, la madre le increpa: “¿Es que no ves?, ¡¡Te tienes que poner las gafas!!”  Él vuelve a bajar la mirada. Aparece de nuevo el padre en escena. Ahora está tomando nota del centro de adultos más cercano a su casa. Y mientras le quita el bolígrafo de la mano, le dice: “Anda, dame, que no sabes escribir.”
Cuando acordábamos la fecha de la siguiente cita, le pregunto: ¿Tú cómo te mueves? Me dice: “En bici.”
Me despedí de los padres y a Fran le dije: “El próximo día, ven tú solo.”
Pensé: “Cuando vuelva, a empezar casi de cero”. La siguiente idea fue: “Menos mal que ha venido acompañado, si no, no me habría enterado nada.”

Enlazo dos definiciones de la Real Academia Española que me han venido una y otra vez a la cabeza cuando he pensado en Fran y que me parecen fundamentales en la consecución de un proyecto profesional.

 Autonomía:
Condición de quien, para ciertas cosas, no depende de nadie.

Actitud:
Postura del cuerpo humano, especialmente cuando es determinada por los movimientos del ánimo, o expresa algo con eficacia.
Disposición de ánimo manifestada de algún modo.